21 de septiembre de 2012

EL HIJO DE LA NOVIA · Tiramisú


Buenos Aires huele a alfajor, huele a pizza y a empanada, huele a torta y a factura, pero sobre todo huele a nostalgia. O tal vez sea yo, que a lejos de casa y viendo llover un día tras otro me he puesto aún más melancólica que de costumbre.



Argentina es una tierra de inmigrantes; de costumbres y apellidos del viejo continente.  A veces parece que estás en Italia, con tanto gesto con las manos y esa manera de hablar cantando. También parece el país de los romanos cuando saboreas su comida, tan buena que casi supera la de allá. De hecho, la mejor pizza que he comido en mi vida ha sido aquí, y me ha costado, atención, alrededor de tres euros.
Pero no vayáis a creer que esta ciudad es barata, porque nada más lejos de la realidad. "Si no hay recesión, hay inflación; y si no hay recesión, hay inflación" dice el personaje de Darín en la película de la que hablamos hoy. Y ahora mismo hay una inflación que te mueres. Es una locura ir a comprar al supermercado, los precios dan ganas de salir corriendo.


Y hablando de supermercados, para buscar el ingrediente estrella de esta receta me he recorrido un montón de sitios, pero ya me avisaron mis amigas argentinas, que saben de lo que hablan: encontrar mascarpone es misión imposible. Y es que lo necesitaba de verdad, lo decían claramente en la peli: "Hay que hacerlo con mascarpone. Con queso crema es una reverenda cagada...". Así que, siguiendo los consejos de las autóctonas, decidí hacerlo en casa, y siguiendo a mi manera la receta de Filosofía de sabor me lancé y lo hice. Además, ya que estaba, me puse manos a la obra para hacer también las vainillas caseras ("de perdidos al río")
Antes de empezar con la receta, me parece "recontraimportante" (integrándome en la Argentina) decir que esta peli es una de las mejores que he visto últimamente. Sí, sé que es de hace más de diez años, pero describe perfectamente el Buenos Aires que veo, que vivo y que me absorbe. Para bien y para mal. Los restaurante familiares, las casas antiguas (PHs los llaman) y las calles empedradas. El mate, los amigos y la sensación de ser un poco de aquí sin dejar de ser de allá (que empieza por tener que escribir recetas con traducciones entre paréntesis). La vida, en fin, en la ciudad de la furia.


Ingredientes para el mascarpone:
  • 600ml de nata (crema)
  • Un limón y medio
Ingredientes para las vainillas (bizcochos de soletilla):
  • 3 huevos
  • 75gr de azúcar
  • 75gr de harina
  • Una cucharadita de vainilla
Ingredientes para el tiramisú:
  • 4 huevos
  • 100gr de azúcar
  • Medio vaso de café fuerte
  • Una tableta de chocolate negro
  • 50 gr de cacao amargo en polvo
  • Un chorrito de licor de café. 

Para las vainillas se separan las yemas y las claras y se baten las claras con la mitad del azúcar, hasta llegar a punto de nieve. El resto del azúcar se mezcla con las yemas y la esencia de vainilla. Con mucho cuidado, se agrega la mezcla de las yemas al merengue, con movimientos envolventes y sin batir mucho. A su vez, se va espolvoreando la harina hasta mezclarlo todo por completo. Hay que tener mucho cuidado para que el merengue no baje, como me pasó a mi, ya que si no las vainillas no subirán en el horno. 

Se carga una manga pastelera (o a la manera low cost, una bolsa a la que se le corta una esquina) y se hace la forma, es decir, rayas alargadas, sobre papel manteca en la bandeja del horno. Se espolvorea azúcar por encima y se mete al horno a 180º (o suave, en estos hornos argentinos que no tienen grados) durante más o menos diez minutos.
  


Cuando tenemos todo lo anterior, nos ponemos a hacer el tiramisú. Primero se separan las claras y las yemas y se montan tan solo dos claras, que se reservan para después. En otro recipiente se baten las cuatro yemas con el azúcar hasta que quede bien mezclado. A esto se le añade el mascarpone y se bate. Por último unimos con cuidado las claras montadas anteriormente.

Ahora se monta en plan lasaña. Se pone el fondo de un recipiente cuadrado cubierto con vainillas y se empapan en el café mezclado con el licor. Luego se le pone encima una capa de crema de mascarpone y se espolvorea con el chocolate rallado. Después, volvemos a poner otra capa de vainillas y de nuevo una de crema de mascarpone. Para terminar espolvoreamos el cacao por encima. Cubrimos con papel de film y lo dejamos, preferiblemente, 24 horas (así los sabores se habrán mezclado totalmente), aunque en alrededor de 4 debería estar comestible. Y ya está, tiramisú casero de principio a fin. ¡Buen provecho!