¡Sigo viva! A unos 10.000 km de donde escribí el último post, pero viva al fin y al cabo. En el último año, mientras no escribía por aquí, lidiaba con el caos de los cambios. Ahora habito tierras manchegas, y he aprendido a comer partes del cerdo cuya existencia desconocía. Y queso frito, mucho queso frito.
La verdad es que tal y como nos encontramos la situación al volver, comer bien y reírnos era de lo poco que nos quedaba. En este post os traigo dos ingredientes para capear la crisis, esa de la que dicen que estamos saliendo (me meo): una receta barata y deliciosa y una peli para reír hasta llorar.